Soon this place will be too small...

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Chiloé - Camino a Detico

viernes, 28 de octubre de 2011

"Fasta, Fasta!" - Orchards

Al cabo de 3 semanas de intensa búsqueda encontré mi primer trabajo en Nueva Zelanda, en la prestigiosa firma Crasborn Group Limited. Mi cargo: Orchard Hand.

Puta que suena bonito cuando lo escribo! pero en buen chileno, soy un simple peón, un Temporero que trabaja por el sueldo mínimo (13 dólares kiwianos la hora).


El trabajo en estos "Campos de Concentración" -Orchards -  puede llegar a ser bastante duro. No es  que sea un trabajo pesado en sí mismo, pero lo que lo hace agotador es la levantada a las 5:30 am, ya que hay que estar manos a la obra diez para las siete en terreno. A esa hora, la mañana es muy fría, y en medio de estos pasillos interminables de frutales (en este caso manzanos) el  viento corre como por un tubo de Venturi, el que se mete directamente por los tobillos y de ahí sube manera ascendente y acelerada saludando a  todas las partes de tu cuerpo hasta dejar su broche de oro, el buen loro colgando; listo para mandarse la mejor sorbeteada. Esto dura hasta las 10:00 am, porque ahí empieza el otro problema. El Calor.

No entiendo cómo puede haber tanta diferencia de temperatura en un mismo día, en teoría estamos cerca de la costa. La cosa es que a estas alturas de la mañana, empieza el sudor y toda la ropa para el frío: Pantis (sí pantis y qué!), corta vientos, chalecos y capas de agua se hacen cada vez más pesados e insoportables. Es ahí cuando empiezas a empelotarte, dejando de lado tus prendas ya medias transpiradas y comienzas a  embetunarte en bloqueador porque sabes que vas a sentir como el sol traspasa gorro, pelo, cuero cabelludo, - lo bueno es que de paso mata cualquier tipo de ser vivo que tengas en la cabeza ya que la ducha se omite en la mañana - y piel.



Miras la hora…es recién medio día. A esas alturas, te duelen los pies, tus botas están llenas de barro porque llovió en la mañana o en la noche anterior y lo único que quieres es que sea la hora de almuerzo, esos benditos 30 minutos en que te sacas las botas- yo uso unos zapatos viejos que me regalaron - y comes todo lo que preparaste el día anterior para tu colación, en mi caso: Fideos. Claramente no soy al que envidian por mi almuerzo.

Atrás queda el descanso y retomas tus labores cruzando los dedos para que la tarde no haga eterna. Estas en eso, todo cagao y miras para al lado, para ver qué tan hechos mierda están los otros, como si con eso si te fuera a pasar el cansancio o lo que sea. Lo que ves son pieles curtidas, tatuajes, piernas de cuatro toneladas, manos que podrían romper cráneos (si es que ya no lo han hecho aún) y caras sin expresión de molestia alguna trabajando con el mismo short del día anterior y con suerte se sacaron el cortaviento roto que andan trayendo.

“So you are from southamerica bro. You play soccer down there…that is a sport for girls, dancing as a pussy! Have you ever play rugby?” es lo que escucho, jactándose de su rudeza y lo Fuertes que son. Y la verdad, lo son.
El trabajo no se trata de levantar sacos de arena, ni acarreaer carretillas. A mí por ejemplo, me toca corchetar los árboles a un alambre.

Parece relativamente fácil no?

Algunos dirán que estoy alaraqueando. Supongamos que las 10 horas no fuesesn un tema y que el clima dentro de todo es soportable. Está el tema  es la corchetra. Ese aparato infernal pensado para mano de maorí o de kiwi lechón superalimentado jugador de rugby me tenía las manos más acalambradas que secretaria retirada.


El día que me asignaron esa pega, no fui capaz abrir el tarro de mi comida a la hora de almuerzo. Qué pasó... me vio uno de estos gorilas quien gentilmente la despató por mí. Las burlas se dejaron caer al segundo.



Unas de las frases que más he escuchado este último tiempo ha sido:” Hey Gonzalez, Fasta, Fasta!” que inglés  como todos lo conocemos  es faster y la traducción al español sería algo asi como: trabaja maldito gusano debilucho. No es fácil ganarse las lucas y Yo las necesito.


Ese día, mientras corcheteaba después del  almuerzo, y batallaba contra el dolor de antebrazo y espalda dado que tenía que agacharme planta por planta, tenía perfectamente identificado los músculos que tenía que evitar usar. Así es que me las ingenié para crear una postura que usara todo el poder de mi cuerpo para ejecutar la acción de corchetear. Una especie de "arte marcial para corcheteros". Voilá!, fue la solución. Corchetié tan rápido como cualquiera de las bestias que trabajan. Incluso, hice carreras con ellos, aunque ellos no sabían que yo competía . Como cuando uno hace carreras en la calle con los otros autos, pero los otros no saben que tú estas en el Grand Prix con relato y todo en tu cabeza. (Por weón, una vez me pasaron un parte así, por exceso de velocidad :-s )


Por un momento en mi cabeza pasó lo idea de que estaba en frente de un gran descubrimiento y que tenía que sacarle provecho, así es que fui a hablar con Richard, el patrón del fundo.

Ahí estaba yo frente a frente con el gringo, le dije que había desarrollado algo que podía interesarle, un nuevo método que podrría dismunuir los tiempos de corcheteado en sus plantaciones y que mejor aún, incluso mujeres podrían ejecutar este trabajo si es que aplicaban correctamente este método .  Le argumenté lo importante que era estudiar los micromovimientos en tareas repetitivas y el fuerte impacto que podían llegar a tener la optimización de estos en la producción. Personajes ilustres de la revolución industrial como Henry Ford habían sido los pioneros en implementar los therbligs (micromovimientos) de la manera más óptima, y que de ahí, se había empezado a construir el éxito que actualmente conocemos. Dado que esto no ha  implementado como debiese en las orchards, podríamos convertirnos en los revolucionarios de los staples generando la "Revolución de las Manzanas". Le dije: “Richard, imagina hectáreas y hectáreas perfectamente corcheteadas por mano de obra barata y sin síntomas de agotamiento físico”.
Respondió: “Gonzalo, you are drunk” y me quitó la cerveza de la mano. Fin de la conversación. Ahí quedó mi gran negociación por salir de esclavitud.

Yo seguía con la convicción de que mi método era relmente bueno y que podía sacarle provecho. En eso llegó la noche y por primera vez en Hastings, salí a carretear. Milagrosamente había gente en el bar. Después de tomar unos copetes que eran más suaves que un jugo Kapo, me puse a ver como bailaban estos hastinianos. La verdad que eran bien desordenados - algo muy raro y escaso en Nueva Zelanda - y me contagiaron; así es que me puse a bailar. Como lo único que había hecho durante toda la semana había sido corchetear y corchetear por 10 horas diarias, bailé como su estuviese corcheteando.
Causée furor! amaron mi baile, todo el bar siguió mis pasos…en realidad no todos, éramos como tres, conmigo cuatro. Pero habían como ocho en el bar.  Como ya dije, es un pueblo chico.


Si bien este relato parece como cuento de prisionero de guerra, hay que rescatar muchos aspectos muy buenos. Hay cosas impagables como: trabajar escuchando el cantar de los pájaros, ver las abejas extraer el pólen de las flores de los manzanos o sentir el viento en la cara como acariciándote cuando tienes mucho calor. Trabajar con  seres vivos, aunque sean plantas tiene un tremendo encanto. Encargarse de su crecimiento y asegurarse de que lo hagan de manera correcta para que se vayan derechas en búsqueda de luz y así se expandan con ramas llenas de frutos y hojas, cuidarlas de enfermedades e ingeniárselas para que estén provistas de agua para sus raíces, me parece que es una noble tarea. En cierta manera creces junto con ellas. Siento que trabajar mano a mano con la naturaleza tiene un encanto muy difícil de explicar y tal vez de entender para quienes nunca lo han hecho. También logras darte cuenta que la vida pueda llegar a ser muy simple y que es posible vivir mejor con cada vez menos, que es más importante el "Cómo lo haces" más que el "Qué haces". De lo importante que es estar absolutamente presente en el momento que estás viviendo (cuando se ha visto una planta estresada) y desde ese punto tomar las acciones necesarias. Llegué a la conclusión que lo más importante es aceptar lo que vives, viviendo el instante intensamente y desde ese estado de alerta y rendición a la realidad presente, tomar acciones. Pareciera que fuese una manera sesgada, pero no es en absoluto.

Es tal lo hace un escalador en solo (los que escalan sin cuerdas). Estos tipos están absolutamente presente en cada instante, en cada acción que realizan; ya que de lo contrario podrían caer. Viven intensamente cada segundo, sin pensar más allá que en un movimiento...y el resultado final, llegan a la cima como consecuencia de sus acciones.




sábado, 22 de octubre de 2011

Teach Us!


Semana 3: Hasta luego Auckland, Tiembla Hasting.

Atrás quedó Auckland y  su copa del mundo, que por muy apasionados que sean los kiwis por el  rugby, no existe comparación alguna con la fiebre del fútbol en Sudamérica.  Yo me pregunto si será por la idiosincrasia de estos anglosajones  que viven la pasión de este deporte de una manera muy contrala. La ciudad es una tasa de leche, a pesar que  existe todo un aparataje mundialero dispuesto para los fanáticos y visitantes, desde la famosa pelota de rubgy  con un show adentro y todo hasta un galpón con pantalla gigante para ver los partidos y tomar cervezas. No obstante, existe un orden impoluto y no siento la efervescencia de un mundial.

Atrás quedó mi paso por el cine y modelaje, las entrevistas y las fotos que me tomó la mijita rica, quien exclamó que yo era perfect para un programa que se filmó justo la semana anterior. Bitch! Aunque igual la perdono. Hollywood tendrá que esperar.

Shamrock Boxing Club y mi paso por el Golf, lejos mis mejores recuerdos junto con  los personajes que conocí a los cuales les tomé mucho cariño: Ignacio y Belén de Gantz, con los que batallamos contra sendas tormentas armados de nuestra parrila de 20cm por 20 cm, toneladas de fósforos y parifina, todo lo necesario para hacer la mejor bomba nuclear, sin embargo no conseguíamos hacer las brasas para tirar las preciadas entrañas que Ignacio especialmente había mandado a cortar en el Súper ya que en este país no existen, la hacen carne molida. Yo con el hambre que tenía hasta masticada las hubiese engullido.

Fueron sólo dos semanas, pero me costó irme. Extraño a mis nuevos amigos y a la escuela de box donde creé fuertes lazos . Ya era hora de de partir, volveré el 2012, ahí será por la puerta grande.


Ahora estoy en Hastings (al sur de Auckland, en la Isla Norte), vivo en un camper como un gitano, pago 65 dólares la semana, sin internet, cocina ni baño. Cago y meo en el patio. Me como los mocos y me cuelgo a internet desde el Mc Donalds. Tengo un buen amigo acá, se llama Pepe, también mea y caga en el patio. A veces tomamos cervezas juntos.



El primer día que llegué acá, salí a caminar por el pueblo, esta cuestión es más tranquila que el Viera con sueño, lo único que lo hacía emocionante es que ya habían pasado más de dos semanas y yo seguía sin encontrar trabajo por lo que mis ahorros (que en realidad es una deuda) decrecían exponencialmente. Dentro de mi aburrimiento, decidí caminar en cualquier dirección con el fin de perderme, para hacer más entretenido el día. Lamentablemente eso no me resultó, porque la cagá de pueblo, tiene dos callles y listo, así es que por primera vez sabía donde estaba. Así fue como llegué  a la intersección de las calles King con Queen (qué romántico) y para mi sorpresa encontré una tremenda academia de Karate que además tenía Taekwondo, Muai Thai y Kick Boxing. "De aquí somos" dije.



Entré cagao de susto, sin saber con qué personaje de las guerras de las galaxias  me iba a encontrar esta vez. En eso aparece una mujer, la más intimidante que he visto. Más alta que yo, con más espalda y tal vez más ronca que yo; con el pelo bien tomado un pantalón blanco de la selección de Taekwondo y un polerón con gorro. Sin embargo resultó ser la mujer más dulce que he conocido.



-          "Quiero entrenar Muai Thai, dije.
-          Has entrenado alguna arte marcial antes, preguntó.
-          Sí, Capoeira…
-          Teach us! Respondió".

Así fue como el mismo día que llegué a Hastings, figuraba en frente de 50 personas, la mayoría niños de 13 años, todos cinturones negros, y uno que otro adulto ninja adolescente también. Todo ellos siguían mi clase improvisada después de una pequeña charla sobre la historia y fundamentos de esta bella arte...





Así fue como me convertí en una especie de rockstar de Hastings, o más bien un Justin Bieber de Hastings, aclamado e idolatrado por una manga de pequeños ninjas quienes me desbordan con entusiasmo y sus cara se desfiguran de alegría cada vez que me ven entrar a la academia. 
Como mi nombre es muy complicado para ellos, me llamaron Speedy, como Speedy González.

Jugando Golf el Roto


Creo que nunca antes había estado tan pobre. Cuando programé este viaje, tenía un tremendo presupuesto dado que las acciones en la bolsa europea iban a ser grito y plata, por lo que pse todos mis ahorros y hasta me pedí un crédito para ganar unas lucas más. Con eso "la hago toda" dije. Que pasó, Crisis! la eurozona se fue a la mierda y aquí estoy en Auckland sin ningún mango.


En mi búsqueda por comida, fui a caer a la casa de unos kiwis para ver el partido de rugby, yo sólo pensaba en comida mientras estos veían el partido. Estaba en eso cuando me invitan a jugar golf para el día siguiente. Yo nunca había jugado antes, pero me pareció que podía ser una buena oportunidad para hacer contactos, o algo de fotografía o al menos hablar algo de inglés. Acepté.

Me prestaron todo lo que necesitaba, yo lo único que hice fue ir con mis bombachas de gaucho que era lo más parecido a un atuendo de Golf que tenía (después me di cuenta que así era como en los años 30, porque ahora por lo que vi , juegan con short). Lindo me veía, vestido a lo Tribilín.


El golf puede llegar a ser bastante apasionante, requiere de mucha concentración en un solo movimiento y por alguna razón, se me hizo muy fácil aprender. Después del 7 hoyo, derroté a mis maestros, dicen que en dos horas logré tiros que a ellos les habían tomado 2 años en ejecutarlos. Yo simplemente le pegaba.

Ahora me adoptaron como partner oficial y uno de ellos me está haciendo contactos para encontrar trabajo. Golf y negocios, una fórmula que se da en todos lados.

The Chilean Man


Como buen inmigrante que soy - porque de la visa más que Working Holiday ha sido la Working Surviving -  me he estado moviendo por los suburbios de Auckland (que la verdad no tienen comparación con los barrios pobres que conocemos), en donde mi caminar me llevó a una mítica academia de Box, The Shamrock  Boxing Club, metida en medio de unas fábricas subiendo unas escaleras. Cuando la vi, tuve que entrar y con cierto miedo abrí la puerta...



... Lo primero que escucho fue un fuerte vozarrón con un marcado acento:
- "are you coming to fight ya!?" era Ron, un viejo boxeador irlandés radicado en Nueva Zelandia.
- Con cierta timidez respondo, sure!

En pocos segundos ya estaba vendado y figuraba trotando por las calles con los seres más raros y feos del planeta: un indio panzón, un tailandés cara de malo, un kiwi pinta de nazi y el Tongano.

A pesar que estaba un poco fuera de forma, no me tomó mucho tiempo para adaptarme al entrenamiento. Empecé a soltar golpes y moverme por el ring, estos mutantes con forma de barriles, diseñados para ir al choque no estaban acostumbrados al estereoptipo sudmaricano. Así fue que con picardía y soltura, les fui pintando la cara una a uno....me llamaron The Chilean Man.



Iba todo bien, hasta que al frente me pusieron al Tongano. Nunca supe como se llamaba, porque el tipo  no habla. Eso ya me hacía pensar que la cosa no iba a terminar bien. Pienso que yo lo llegaba hasta el hombro y cada una de sus piernas deben haber pesado lo que yo peso. Yo lo único que quería bajar del ring, pero Ron quien me tomó mucha estima me alentaba y me daba consejos para enfrentar a la mole. 

Saqué todo el flaite street fighter made in Chile que tengo, poco me faltó para escupirle y chorearle la billetera. Para mí se trataba de matar o morir, para el isleño yo debo haber sido un simple zancudo. Y ahí estábamos: Yo fintiaba, esquivaba, solté jabs cross y otros cornetes que inventé en ese momento; si no hubiese tenido los guantes hasta rasguños le hubiese tirado. Después de recibir unos buenos ganchos en el estómago, que me dejaron los ojo como huevos fritos sonó la campana. No sé en que round íbamos ni menos cuánto tiempo había pasado, estaba listo para la foto, ya no podía más de cansancio y mi cuerpo estaba torpe y no respondía bien. Fue ahí, entre esos enredo de piernas y moviminetos torpes que le paso a pisar el pie o más bien la lancha del Tongo y plumm le tiro un combo seco al pecho. Éste perdió el equilibrio y se fue contra las cuerdas. Nadie notó que pisé su pie, todo creyeron que mi puño fue letal. El Tongano se acerca, y escuché sus únicas palabras: Congratulation Chilean Man.




Kiwi Land - Auckland - Nueva Zelandia

Ya Llevo una semana en Auckland y todavía todo es confuso. Aún no he aprendido a cruzar la calle; claramente es muy complicado desaprender y dejar de lado reflejos precondicionados al momento de ver que los autos se me vienen encima por la dirección "contraria". De las horas de sueño y comidas ni hablar, estas 16 horas de diferencia con la madre patria no me dejan pasar de las 8 pm sin estar como un zoombie buscando mi cama. Los hábitos alimenticios son bastante diferentes también, son secos para la hamburguesa y tienen una fuerte influencia de los orientales e indios por los que esos condimentos no están haciendo que padezca de tránsito lento precisamente en mi digestión  :-s .

Sin embargo, ésta es una tierra bastante amistosa. Me sorprende la amabilidad de los "kiwis" y lo felices que se ven, noto una gran diferencia con Santiago; allá más que vivir hay que sobrevivir día a día.

Recuerdo que el primer día que puse un pie en la city (centro de Auckland), todavía con mi mochila viendo el plano de la ciudad, gentilmente puesto para los extranjeros, y me preguntaba donde chucha tenía que tomar el tren. En eso se me acerca un carabinero, mi primera reacción fue de ponerme a la defensiva preguntándome que había hecho mal. Sin embargo, este amable personaje se acercó simplemente para saber qué necesitaba. Cuando le expliqué que buscaba una dirección, no dudó en acompañarme hasta el mismo tren para que no me perdiera. Increíble.

Auckland es una ciudad bastante moderna y muy cosmopolita, en donde se puede encontrar desde oficinas de Microsoft hasta tiendas de Louis Vitton; sin embargo, no  deja ser pequeña y muy agradable. Me sorprende las semejanzas con el sur de Chile. Muchas veces me siento como si paseara por Valdivia, con la diferencia que acá todo es limpio y funciona. Incluso ese mítico botón de los semáforos para cruzar la calle!