
“Me voy a Chile este Viernes” (hoy es Martes), anuncia una de las chicas con los ojos llorosos, “no aguanto más”. Fueron las escuetas explicaciones que escuché, mientras preparaba mis tallarines. Pienso que es lo mejor, todos escuchamos como lloraba el fin de semana completo encerrada en la pieza. En cierto grado todos queremos volver, escucho constantes quejas y dolores que aquejan a los valientes temporeros con los que vivo. A mí, la tendinitis en ambos hombros me está haciendo la estadía acá muy difícil, y el sabor de carne de la anguila que pescamos en el riachuelo me tiene podrido, que daría por un buen bistec con tomate y una marraqueta..de esas de panadería de típica de Santiago. Cómo te extraño Santiago querido…ni hablar de Valpo.
Desde acá me doy cuenta que Valparaíso es irrepetible en el mundo, sólo puede existir en Chile y nada se le puede comparar. Si a eso le sumo mi querida hostal Pata Pata (http://www.patapatahostel.com/es) y una tarde de surf con mi buen amigo Viera, aunque sea en la orilla de playa, espectacular.
Es sábado 18.00 de la tarde, tomo el auto y me arranco de Hastings por unos momentos, zurcando los delgados y curvilíneos caminos que llegan a tener hasta un cierto dejo de sensualidad (como se nota que hace tiempo que no veo una mina)me dirijo a Ocean Beach, la puerta del pacífico en estas tierras, lo más cerca de casa que he podido encontrar

Estaciono mi viejo cacharro en el mirador de siempre, un Subaru Legacy del ´92 con más kilometrajes que una carretera (344.000 km apox. para ser algo más exacto), el que parece lanchón de pescador al lado del auto de mi buen amigo Rudolph quien ya ha llegado al lugar de encuentro, un checo que puta que es checo el wn. Este gallo, frecuenta el mirador todos los sábados para conectar su artesanal aparataje que le permite recibir ondas de radio. Dice que la sal del pacífico le ayuda a captar señales más fuertes. Apenas me ve, me hace una pequeña seña para que suba a su auto. Lo veo tremendamente alterado, habla en checo, saca lápices y toma nota sin dejar de hablar por radio:”andrei, andrei ..rapatratruzky cheppatotrat trepalatov pirukate” son las palabras que escucho y entremedio un “Brasil” – por una fracción de segundo pensé que empezaba a entender checo. Mientras se da un leve respiro, voltea su mirada al asiento de atrás y con ojos desorbitados, me dice: Bussy day amigo.
El primer día que vi a este checo, lo encontré en el mirador amarrando unas cuerdas de un extremo de un poste a la barrera de contención, con una torpeza y atarantamiento que no sé cómo no se ha mandado barranco abajo, me recordó una escena de la película Volver al Futuro, cuando el doctor Emmet Brown amarra el cable de la torre del reloj al DeLorean. Intrigado le pregunté si necesitaba ayuda - derrepente este loco es un viajero del tiempo pensé. Hijo de militar de aviación de la antigua Checoeslovaquia, creció viendo a su padre comunicándose por este medio desde su casa con el resto del mundo, ahora donde sea que vaya lleva consigo su aparataje para captar señales de radio con diferentes personas en el mundo, chequear la fortaleza de la señal y cuando hay acción, hacer rescates mediante apoyo en los sistemas de comunicación. Este sábado teníamos rock and roll, se había contactado con un aventurero checo que había estado navegando desde europa a Sudamérica, y en las costas cercanas a Brasil el motor de su embarcación había colapsado. Rudolph, había logrado comunicarse con otro checo que estaba en europa quien le daba las indicaciones de cómo reparar la averiada nave. Por alguna razón desconocida, era la única opción del navegante, quien no podía encallar en las costas de Brasil para arreglar su nave por un tema de papeles o algo así que no quedaba muy claro. Después de darles las indicaciones necesarias y lograr el éxito de la operación, el navegante nos contó que en su ruta había subido a dos personas en las islas canarias, quienes tenían antecedentes de tráfico de drogas en Brasil –él no lo sabía-, por lo que llegar a puerto a ese país les podía costar ir a la cárcel a toda la tripulación. Mi amigo checo me contó que esta era una práctica habitual entre este tipo de marineros aventureros y que incluso en Nueva Zelandia habían muchos que zarpaban de una ciudad en la isla norte, anoté el nombre; me pareció buena idea… (También me comentó con ciert vergüenza que era amigo del checo que incendió las torres del paine).


Tiro el freno de mano, con una fuerza descomunal para tan simple acción (mi libertad dependía de eso), y el auto se detiene lentamente a pocos centímetros de la barrera, me salvé de protagonizar el choque en cámara lenta con peligro de muerte más penoso de la historia. Al parecer los motores fallan en cualquier parte del mundo, si tienes suerte, puedes encontrar alguien que te escuche, en otras aprietas el culo y te aferras de lo que tienes.
Me había salvado de pasar cagando barranco abajo, y la barreara de contención estaba en perfecta condiciones, sólo me faltaba descubrir cómo chucha hacer funcionar la transmisión. Así es que ahí estaba, práticamente en la punta del cerro, sin ninguna alma dando vuelta y sin saber qué hacer. me bajé del auto y abrí la tapa del motor. Es chistotoso porqué uno hace eso, si al menos yo no tengo idea cómo funcionan los motores. Como que uno se imagina que el auto se va arreglar tan solo con ejecutar esa acción o tal vez como si fuera a pasar un milagro a vas a aprender de mecánica en esa fracción de segundo qu te demoras en levantar la tapa. Bueno nada de eso pasó. Moví todas las piezas que puede sin saber qué eran, chutié los neumáticos y hasta le mandé puntetete a la puerta (es todo lo que sé de mecánica). Finalmente descubrí una forma de salir de ahí que no fuera bajando en neutro. Lo único que funcionanaba era la tracción en modo "LO", hermoso! ya no tendría que caminar vuelta a casa. bajé el cerro sin problemas, ahora tenía que llegar a Hastings. La única posibilidad era ir por la carretera. Esta Nueva Zelandia es bien especial, son amantes por velocidad, pero sus carreteras son sólo de una vía. Bueno ahí iba yo, manejando mi cacharro en modo tractor a 40 km por hora en plena carretera, haciendo el mejor taco. Me gané los mejores bocinazos y caras de perro por parte de los automovilistas.

Durante la semana tuve especial mala cuea y me tocaron dos filas seguidas súper complicadas empezando la mañana, tenía al negro de mierda chicoteándome a mí y otro amigo más. Ahí se gatilló la rebelión. Empecé a argumentar que no estaban evaluando bien la situación, que los precios que estaban pagando por árbol no tenían ni un respaldo, que estaban bordeando la ilegalidad con el nuevo sistema de contrato, que no podía ser que te juzgarán con tan pocas horas de observación ya que existía mucha volatilidad, etc, etc. Hubo una gran revuelta, hasta el mismo patrón me fue a hablar para calmar los ánimos, yo intentaba hacerlo entrar en razón, discutíamos sobre lo que ocurría. Muchas veces tenía que callar ya que no tenía el vocabulario suficiente para argumentar mis ideas y en otras ocasiones, simplemente no entendía que es lo que me decían. Mientras ganaba tiempo con esas conversaciones que no llevaban a nada, planeábamos una fuga masiva de temporeros y yo les daba a entender a los patrones que eso iba a ocurrir. (esto ya lo había vivido antes en cierta manera, así es que algo de experiencia tenía en este tipo de situaciones). Al final de la semana se produjo una especie de tregua, en donde bajó el nivel de reprimendas por producción y se notaba una cierta preocupación por la fuga masiva que estaba a un paso de ocurrir, yo a esa altura ya tenía una oferta concreta de ir a trabajar con calabazas (la oferta charcha igual).
Llegó el viernes y tal como lo hacían los indios de fumar su famosa pipa de la paz con los blancos, esta vez los blancos nos invitaron a compartir unas cervezas después del trabajo. Yo acepté a regañadientes, ya que no quería seguir viendo a ninguno de esos weones, esto no va a terminar bien pensé. Me convencieron a que me quedara. Debe haber sido como la tercera o cuarta ronda de chelas, cuando el maorí levantado de raja indio de mierda de la nada me desafía a un gallito…este tipo no era precisamente una mole, pero sin duda su contextura física era más contundente que la mía. Yo no hubiese dudado en aceptar si no fuese por una antigua lesión que me aqueja cada vez que hago este tipo de fuerzas, pero mis ganas por cerrarle la boca en frente a todos fue más fuerte. Acepté. Nadie daba ni un peso por mí, incluso ni mis queridos compatriotas. Usé el viejo truco de “siempre de weón”, me acerqué a la banca simulando timidez mientras todos gritaban y alardeaban. En frente estaba el personaje más odiado y desagradable que he conocido, sonriéndome irónicamente y disfrutando de su inminente triunfo. Tomo asiento, me acomodo bien, chocamos mano con mano, siento un fuerte apretón. Teníamos árbitro y todo el personal del campo mirando y gritando. Dan la partida y empieza el gallito mierda!

El gringo sonríe levente e intenta ignorar por un segundo mi desafío, un pequeño gesto en su cara me hace notar que su orgullo se vio fuertemente ofendido. Pude olfatear su miedo, como si hubiese imaginado lo que pasaría si el pequeño chileno lo derrotara…hasta ese momento mi plan maquiavélico iba mejor de lo pensado, todos me miraban con asombro mientras Richard sonreía irónicamente. Se rompe el silencio y el gringo acepta el desafío. Se desató la locura, un tremendo estruendo por parte de los presentes se deja escuchar. Yo estaba en un tremendo problema, la diferencia de peso era demasiado, sin embargo en mi mente poseída y endemoniada me decía que lo podía derrotar, ya había probado la sangre e iba por más.
Esta vez la contienda fue en la misma oficina, temporero versus patrón, chile versus new zealand. Los 72 kg de este pobre chileno se medían contra los posibles 120 kg del manatí neozelandés, los que se enfrentaban en una forma muy primitiva de lucha en donde se jugababa por sobre todo algo muy preciado y difícil de obtener en el campo: autoridad y respeto. Todos apoyaban al patrón, pero de alguna manera sentía que algunos querían presenciar la gran sorpresa. Codos en la mesa y mano con mano. Yo veía como le salían cuádriceps desde los hombros en vez de brazos que terminaban en una mano callosa y pesada que hacía que la mía se perdiera dentro de la suya al momento de juntarlas. Ajijo me dije. Empieza la contienda y al segundo estaba en graves problemas, la arremetida fue inmediata y letal, no pasaron ni 5 segundos y estaba en clara desventaja. No había chances de ganar, lo voy a aguantar hasta que al menos se ponga rojo pensé – que no es tan difícil ya que los rucios por lo genral son medios colorados. Yo era una especie de perro loco luchando por aguantarlo, en eso nuestra, negociación de la semana se retomó en es e momento con rpeguntas y respuesta irónicas tales como: Are you happy now Gonzalo? Yes, I love working at the Orchard Richard, everything is so well managed respondí. Mi derrota se dejó caer a los pocos segundos. Me apabullaron, se rieron de mí, perdí frente a todos, se burlaron e hicieron lo que quisieron…fue como una especie de liberación para los testigos de la tensión vivida momentos anterior. Con mi brazo adolorido pero sin admitirlo me disponía a abandonar la oficiana..Gonzalo, lets do it with the other hand! Dice Richard. Estaba de más, era muy clara su superiordad, obviamente el gringo estaba poseído por la misma lógica testerónica que la mía y quería demostrar su superiodad absoluta frente a la masa. Sin embargo, acepté. Me destruyó. Resultado final, tendinitis en ambos brazos para mí y burlas incesantes. Las orchards se transformaron en un infierno.
Los días siguientes se hicieron insoportables producto de las constantes burlas y mis brazos tremendamente adoloridos por la tenditis que me aqueja, la cual debo disimular a cada momento. Estaba en serios aprietos ya que debía seguir produciendo de acuerdo a los niveles que ellos determinan.
Gobernado por ese sentimiento de que estábamos siendo injustamente evaluados y dado que las palabras y la fuerza bruta no eran el camino, me di cuenta que sólo quedaba una última alternativa: los números.
Con esa fuerte motivación me encerré en mi caravan para diseñar un modelo matemático que permitiera simular la producción de los trabajadores de acuerdo a factores como el nivel de dificultad presentados por las filas de los árboles y demostrar la volatibilidad que se puede encontrar de acuerdo al tiempo de observación. Todo esto además puede ser usado para encontrar el precio mínimo que debe pagar la compañía a sus empleados con el fin de asegurarse de que no estarán pagando menos del mínimo legal. Dos días en Excel para desarrollar y pulir el modelo bastaron para encontrar interesantes resultados. El desafío era comprobar que tan predictivo podía llegar a ser y para eso tenía que hablar con Richard y comparar lo simulado con lo observado. Noté que estaba en presencia de mi tercer intento por salir de la esclavitud.
Gobernado por ese sentimiento de que estábamos siendo injustamente evaluados y dado que las palabras y la fuerza bruta no eran el camino, me di cuenta que sólo quedaba una última alternativa: los números.
Con esa fuerte motivación me encerré en mi caravan para diseñar un modelo matemático que permitiera simular la producción de los trabajadores de acuerdo a factores como el nivel de dificultad presentados por las filas de los árboles y demostrar la volatibilidad que se puede encontrar de acuerdo al tiempo de observación. Todo esto además puede ser usado para encontrar el precio mínimo que debe pagar la compañía a sus empleados con el fin de asegurarse de que no estarán pagando menos del mínimo legal. Dos días en Excel para desarrollar y pulir el modelo bastaron para encontrar interesantes resultados. El desafío era comprobar que tan predictivo podía llegar a ser y para eso tenía que hablar con Richard y comparar lo simulado con lo observado. Noté que estaba en presencia de mi tercer intento por salir de la esclavitud.
Me costó que me escucharán. Sabía que tenía que hablar directamente con Richard y convencerlo en pocas palabras para que se diera el tiempo de ver el modelo. Mientras calentaba mi comida en el microondas entra el gringo. “Los precios que estas pagando por árboles están subestimados, afirmo. Es más, te puedo apostar que del total de trabajadores al menos 7 no llegaron al mínimo y tuviste que poner la diferencia… - su cara se desfiguró-. Hice un modelo que permite encontrar el precio por árbol de acuerdo a una serie de factores, continué. Me miró como si estuviera haciendo magia. Después de explicárselo me pidió que lo implementara en el computador de la Compañía y que se lo explicara y los mandamases del campo, ahora ellos estaban a mi merced. Ahora que visualizo esta escena la encuentro tremendamente anecdótica, el temporero presentándole un modelo con variables aleatorias a su patrón para discutir sobre precios y producción- sólo en Nueva Zelandia ocurre esto.

Después de leer esta serie de acontecimientos desde la comodidad del blando suelo de mi caravan y ver la manera que se van dando, me doy cuenta que es difícil juzgar qué hecho es bueno o malo, ya que el encadenamiento nos lleva a resultados inesperados. Pareciera ser que que te ocurre es lo que es y rápidamente tendemos a etiquetarlos en bueno o malo, y ese es el gran error. Estos dos eventos aislados, están separados por algo que llamamos tiempo. Pero si logras abstraerte de esta dimensión temporal pareciera ser que lo malo es sólo una evaluación sesgada de un acontecimiento que no ha terminado de ocurrir. Como que la cabeza juzga muy rápido, es una especie de negro estúpido de las orchards y no permite ver más allá. Si bien la mente es una herramienta muy poderosa que puede ser usada para encontrar soluciones entre muchas otras cosas asombrosas, muchas veces es la mente quien te usa, transformándose en nuestro único gran enemigo.
“You are not your mind” Eckhard Tolle.