Soon this place will be too small...

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Chiloé - Camino a Detico

jueves, 11 de octubre de 2012

La Mala Suerte Viene de a Tres

Llegué a Thailandia, todavía medio knockeado, sin entender bien que había pasado. La falta de peso en mi mochila era una constante que me recordaba lo que para mí era una valiosa pérdida, mis fotos.

Sin entender bien como había aparecido en ese lugar, como si mi historia se hubiese ido con mis fotografías, empecé a moverme por la isla de Koh Pangam, ubicada al sur oriente del país. A pesar de su belleza, no era suficiente para levantar mi ánimo. Conseguí un lugar para dormir y ahí me encerré.

                                             Fotografía: Islas de Thailandia, cercanas a Koh Tao.

Sabía que no podía darme el lujo de deprimirme, tenía que salir de ese estado como fuera. Parecía que las fuerzas me habían abandonado, que mi cuerpo pesaba más o mis brazos eran más débiles. El tema era que no podía levantarme. 

Tomé una decisión drástica, ya que si me quedaba en ese cuarto deprimente, no saldría más. Arrendé una moto.
                                             Fotografía: Isla Rote, West Timor, Indonesia.
                                                                                       Agosto 2012

No es una decisión muy sapiente subirse a estas máquinas infernales cuando tu estado de ánimo no está muy equilibrado. desaté toda mi furia y alcancé unos increíbles 55 km/hora. Iba cagao de susto y era lo más rápido que había andado sobré dos ruedas. Además es una velocidad suficiente para matar a cualquier ser humano en caso de colisión o caída.

Mi sed de aventura me llevó a cruzar la isla y explorar sus rincones. Fue un largo día y ya caía el atardecer. Volvía a mi hostal para descansar y a unos 500 metros de ésta, por una empinada subida, la cual exigía al máximo las cilindradas de mi móvil, veo un lugar perfecto para una foto. Decido frenar instantáneamente y cambiarme de pista. esa maniobra que ejecuté en 1 km/h sumado a la pendiente negativa de cuesta, más el momentum mío y de la moto, hice que me cayera a esa increíble velocidad en medio del camino. Que pasó. No saqué ni una porquería de foto y tuve que pagar los arreglos del cacharro, el cual me costó como 10 veces el preco del arriendo. Yo me acuerdo que la devolví de noooche, y que le pasé hartas veces el dedo con saliva por los rasguños por si pasaba piola. Los pillaron igual nomás. Según yo, el negocio de las motos en Thailandia es ese, cobrarte por las reparaciones, precios extremadamente elevados. malditos!

Así es que el balance de mi semana era bastante negro, un computador perdido, unos cuantos rasguños en las piernas y una salida fuerte de dinero producto de una caída indigna. Pero algo tenía claro, no me podía quedar postrado en ese lugar.

Dado que no arrendaría otra vez una moto ni nada en que tuviera que negociar con esa mezcla de chino con hermafroditas, que son los thailandeses, decidí salir a caminar. La suerte mía que dos lindas alemancitas se quisieron unir a mi salida. Yo no tenía idea donde ir, pero por supuestp estas caucásicas tenían un mapa con diferentes opciones. Ellas apuntaron, una playa desconocida, al extremo opuesto de donde estábamos.mi simple paseo se estab tornando toda una expedición. Yo veía un poco con recelo semejante caminanta, pero estas gringas 4 por 4 no se dejaban amedrentar por tamaña expedición y menos Yo, aunque por mí que hubiésemos ido alg más cerquita. En fin, partimos nomás.
No sé cuánto rato caminamos, el sol me quemaba los pelos, el camino estaba cuesta arriba y este par de gringas cantaban canciones en alemán con ritmo de marcha. Yo iba muerto, pero no iba a darles el placer de  verme claudicar. Les iba a mostar a estas gringas superdotadas que el macho alfa era made in Chile.

Weón fui, llegué raja. medio deshidratado, las gringas también. Nadie quiso admitir que moríamos de cansancio.La playa era una porquería rocosa entre un cerro y no había nada que comer. Sólo había una especie de cabañas abandonadas. Lo que más quería en ese momento era encontrar algo de sombra. Apenas encontré un techito me metí nomás y producto del agotamiento, me quedé dormido.

  
Yo miro esta foto, y veo a mi persona absolutamente abatida por el cansancio, con una clara falta de cazuelas que me llevó a bajar unos 6 kilos en su momento culmine  dada la terrible diarrea que me ha durado por unos 3 meses. Bueno, para esta gringa,quien fue que me tomó la foto, esta imagen le pareció lo más sexy del planeta. Con estas caucásicas nunca se sabe. Y me despertó a punta de calugaso limpio. Yo no entendía ná. Me dejé querer nomás, ni weón. La gringa desató toda su pasión contenida y Yo entre medio aturdido, deshidratado adormecido y con una mansa rucia encima mío no me quedó otra que aferrarme a su tormenta de calugasos. 

Mientras todo esto pasaba, lo único que yo cachaba bien, es que algo me estaba apretando la parte que está abajo del ombligo, no esa. Un poco más arriba. Era mi billetera de viajes que se pone bajo el pantalón. Pero entre tanto rebolcones, no pesqué. Me aguanté enterrarme lo que fuera que me estaba molestando a la altura de la vejiga. 

Cuando ya volvió todo a la calma, le echo un vistazo a mi billetera, curioso de ver que era lo que me estaba enterrando. Cuando lo abro, fue motivo de otro solemne coooonchesumadre! mis dos tarjetas de créditos las había doblado cual wantán, a punto de que se rompieran. Eso significaba no poder sacar plata, y dado que había pagado la reparación de la moto el día anterior, mi efectivo se reducía a prácticamente cero. No tenía plata ni para pagar una noche más de alojamiento, para rematarla, la gringa besocuna se iba esa misma noche a Bangkok.

Cruzando los dedos, implorando a los santos en los cuales no creo, apretando las nalgas y ejecutando todo tipo de cábalas cual futbolista, metí las tarjetas al cajero. Rechazadas!!
En ese momento me sentí lejos de casa, me di cuenta que estaba en Thailandia, en una isla y que estaba absolutamente aislado de mis amigos y familia. Fue la primera instancia de muchas que pensé, 
Now what!!?? - lo bueno fue que me di cuenta que a estas alturas ya pensaba en inglés.

Esta pregunta me ha surgido en innumerables ocasiones cuyo factor común ha sido esa sensación en que sientes que estas solo, justo después de haber logrado un objetivo y vez que lo que continúa es una tarea titánica , por ejemplo como cuando terminé la U y sentía que tenía que hacerme un lugar en el mundo laboral sintiendo que na sabía nada, me pasó también cada vez que después de mucho esfuerzo, largas horas de esperas y combinaciones llegaba a un lugar complemente desconocido." y ahora qué? Para donde voy? donde duerme? donde como algo?. Esa sensación de que saltas al mundo y tienes que sobrevivir en él.

Ahora la pregunta era, qué hago? como arreglo esta cuestión. Me pasé 1 hora 37 minutos sentado frente al cajero intentando estirar la la tarjeta para que volviera a su estado natural. El cajero no hacía más que rechazarla. Sin plata para pasar una noche más ahí, no quedaba otra. Tenía que moverme.

Me llama la atención que en el libro de Peter Bregman, 18 minutes, hay un capítulo especialmente dedicado a esta pregunta: What to do when you don´t know what to do. Esto da luces que muchos nos hemos visto enfrentados a situaciones que nos han dejado sin saber qué hacer. El autor, sugiere que en estos casos se debe empezar por entender quién realmente eres, lo que implica:

A.- Saber aprovechar tus fortalezas.
B.- Entender tus debilidades.
C.- Hacer valer tus diferencias.
D.- Perseguir tus pasiones.

Con eso claro, debería planear tu siguiente jugada.

yo en esas alturas con suerte sabía lo que era un FODA de Michael Porter (todo aquel que haya estudiado comercial o industrail sabrá perfectamente de qué hablo), pero no había hecho el ejercicio mental sobre mí mismo de manera conciente. Sin embargo sabía que:

A.- Sabía que lo único que tenía, era a mí mismo, y que había desarrollado - mientras viví en Nueva Zelanda- la capacidad de convencer a las personas. Vergüenza para empezar conversaciones ya no me quedaba, así es que para engrupir me había convertido relativamente bueno.
B.- Sabía que no tenía ni un peso, o en este caso baths (moneda de Thailandia), por lo que exigente no me podía poner.
C.- Las fotografía me habían abierto muchas puertas, y eso me hacía diferente.
D.- Desde que me fui de Chile que quería andar en un buque de carga.

Estaba claro entonces. Mientras caminaba por rl puerto estirando las tarjetas, hablé con unos tripulantes que estaban desamarrando unas cuerdas de un buque de carga, a quienes les conté mi historia. Se mataron de la risa cuando les mostré mis tarjetas de créditos tipo arrollado de primavera, y les pedí si me podían llevar en su crucerod e lujo, además les dije que sacaría unas buenas fotos si se animaban. Aceptaron, y en cierta manera me fui de polisón porque no sé si le preguntaron al capitán, más encima que me mandaron arriba del techo. Fotos no saqué porque viajamos de noche. Pero fue un sueño cumplido, llegar a un puerto y subir a un barco con un destino incierto. Me sentía más vivo que nunca.






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