Soon this place will be too small...

Soon this place will be too small...
Chiloé - Camino a Detico

viernes, 27 de diciembre de 2013

Lunes 22 de Diciembre, 19:00 horas, Pingueral - Octava Región - Chile.

Ha pasado ya  poco más de 1 año de mi vuelta a Chile, en donde he escapado de Santiago unos días para cumplir con mi promesa, terminar de escribir lo que empezó como un simple consejo mientras me despedía , de a quien a estas alturas considero como un amigo, el Gerente General de la compañía donde trabajaba "hazte un blog" - un hecho muy impensado y que marcaría los comienzos de esta aventura literaria.
Esto se ha convertido en una tarea ardua, me ha tomado mucho trabajo encontrar un espacio dentro de la rutina que prácticamente yo mismo he creado, y sin embargo, muchas veces pareciera enceguecerme de las cosas que verdaremente importan.  Afortuadamente me he ido encontrando con pistas y recordatorios que yo mismo me fui dejando en el camino: notas de viajes, fotos encondidas, recortes y apuntes recordándome e impulsándome a terminar.
A estas alturas, pareciera imposible relatar sucesos de un año atrás, pero si algo he aprendido es que el tiempo no obedece ni relojes ni calendarios. Recuerdo que apenas puse un pie en Chile, donde llegué  en el más completo anonimato con el fin de sorprender a cada uno de mis amigos y familia, prendo la tele de mi escondite secreto, expectante de ver qué había ocrrido en mi país...miles de km recorridos, un arsenal de historias para toda  la vida ... y en el matinal hablan que la Coté López había estado de juerga en las Urracas o algo por el estilo. 30 segundos me bastaron y noté que nada había cambiado, dudé incluso de que todo lo vivido hubiese sido real. Este sentimiento duró un buen tiempo, lo que en un azaroso día de noviembre gatillaría esta siguiente carta a mi amiga Andrea:

(25 de Noviembre 2012, Carta escrita a mi buena amiga Andrea Leersnyder)
"...Are you real? did we actually travel together thru the transiberian? are you seriously from NZ? was I walking barefoot all the time? how long my beard was? was I shooting pictures everyday? we spent your b-day together...with Pablo?? blue starfish are for real? have we been in Timor Leste? That country does actually exist? How did the milk taste in Mongolia? and the camel cheese? how often we used to smile? What was the temperature in Gobi desert? is it true that there was a glacier? how did we manage to speak with the nomads? how many times did we sleep on the street? were we scared? did we ride motorbikes? is it true that we tried to escape from the police? Manu was a human being or another invention? what about Kupang, their market, mama Bende, the children dancing with us... was it real ? were we traveling light? was I always lost as I refused to read maps?...why wellington wasnt windy? why writing in english is getting so hard? why i havent touched my camera? why do i have to wear shoes? where I have been, how long...a year, seriously? lots of things that doesnt make sense."
Afortunadamente, estas y otras respuestas más he podido encontrar a través de las pistas que me fui dejando para relatar la segunda patita de lo que fue y ha sido, On The Living Road:
Volviendo al 2012 - Where you Go?

Era mediados de Junio del 2012 y Yo volvía a Bangkok, luego de mi profundo paso por Myanmar el cual se resumiría en las letras del siguiente post que escribiría justo antes de volver:

"Last day in Myanmar, after 25 days. People made the most of the trip. Their citizens live a very simple life, local healthy food based on rice, chili and garlic. They wear smile in their faces all the time. Music is part of their routine and the markets and monasteries centers of vibrants interactions. Blew my mind and my concept of progress..." (19 de junio 2012)

Por otra parte, la capital thailandesa nos recibía con toda la exhubernacia de occidente, lo que a ratos era chocante y sorprendía la facilidad con la que se podía desde sacar plata en un cajero hasta ir al baño. No recuerdo con exactitud cuántos días fueron los de mi estadía en la capital del sudeste pero sabía que solo era un paso donde me  alimentaría, descansaría y reflexionaría qué es lo que realmente quería alcanzar. En cierta manera, la tradicional ruta del sudeste asiático no me causaba gran curiosidad. De todos modos había que avanzar y Cambodia era el lugar. Sin pensarlo más, y aprovechando las bondades de mi cómoda hostal, agendé un asiento en una van, Siem Riep, sus ruinas y la sexy imagen de  Angelina Jollie era lo único que sabía de mi próximo destino.

Pero llegar a estas milenarias ruinas no fue trabajo fácil, y no es porque haya que cruzar grandes montañas, ni caminar por la selva camboyana, para lo cual ya estaba absolutamente curtido y preparado. Mi paso por Sumatra y Myanmar habían sido una escuela de la superviviencia, nada podía pasar. Sin embargo ninguno de esos entrenamientos suponía cuidar el pasaporte. Llevábamos posiblemente la mitad del viaje en la confortable van, por la cual pagué un sobreprecio seguramente con el fin de llegar lo más directo y cómodo al país vecino y un amable thai que yo supuse que era nuestro asistente de viajes me pide el pasaporte para ayudarme con los trámites aduaneros. Yo y unos buenos amigos chilenos que conocí en ese mismo trayecto entregamos nuestro documento de identidad.

  (Fotografía: Angkor Wat, Siem Riep, Cambodia)

La verdad que yo estaba recontento de ir compartiendo con mis compratiotas: dos guapísimas chiquillas y un gran  personaje chilensis me alegraban el viaje con el tan añorado dialecto criollo. En el transcurso del viaje, mientras me comentaban que en Chile se aplicaba la ley cero de alcoholes y los pubs se declaraban en quiebra, nos dimos cuenta que habíamos cometido un tremendo error pasando nuestros pasaportes a un desconocido, el cual se había esfumado silenciosamente. Asi, de un segundo a otro y voluntariamente, nos quedábamos a merced de la red de tráfico de estos documentos liderados por la cofradía compuesta por choferes, policias y asistentes de viajes coluídos para chantejearnos con una gran suma de dinero para recuperarlo en la frontera. Mientras viajas cada peso puede significar la diferencia entre comer 1 ó 2 raciones al día. Estábamos en serios aprietos.

En el camino, Daniela y Magda planeaban la estrategia de cómo recuperarlo, ellas apelaban a pedírselo de vuelta sutilemente al momento de reecontranos con el estafador en la frontera, mientras practicaban las caritas que le pondrían. Pancho por otra parte parecía no innmutarse, su tranquila presencia me inducía un extraño relajo en tan caótica situación. Yo por mi parte, no tenía ni una sola idea de qué hacer.

Las horas pasaban y la tripulación se impacientaba, el plan sutilemente subía de tono y las estrategias mutaban. El enojo se empezaba a ser presente en mis compatriotas mientras en nuestras mentes recreábamos lo ingenuos que habíamos sido.  Finalmente llegamos a nuestro destino, mientras yo buscaba mi billetera entre los asientos - a esas Alturas ya perdía de todo - mis nuevos amigos bajan tranquilamente de acuerdo al plan para recuperar sus documentos. Me incorporo segundos más tarde para comenzar la negociación de recuperación, pero ya todo era muy diferente a lo planeado. Pancho figuraba, o más bien se desfiguraba con la cara roja de furia increpando en un entrecortado inglés al malhechor y las compuestitas pelolais, sacaban las leonas made in curicó y tironeaban y tironeaban los pasaportes a un confundido y sobrepasado thai. Entre tanto, este último, llamaba medio asustado a la policía pidiendo refuerzos. Los chilenos no cedieron en ningún momento, no iban a pagar ni un peso más por cruzar la frontera; dejar el pasaporte tampoco  era opción. A punta de gritos y tirones recuperaron nuestros pasaportes. Entre tanto yo metía la cuchara y le decía caballerosamente - tipo Gary Medel - que me llevaba un mal reucerdo de su país, mientras éste me ofrecía combos.

Bastaron tres chilenos vivos y Yo de colao, para desbaratar una tradicional práctica de estafas. Abandonamos el país entre medio de amenazas y escabullendonos de la corrupta policía.  

Así llegábamos a  Cambodia, la que nos recibía con sus ruinas y paisajes de películas de aventuras.

                          Fotografía: Angkor Wat, Siem Riep, Cambodia
        Julio del 2012

La ventaja de escribir en estos momentos, es que me permite entender algunas cosas que en ese instante no las veía tan clara. Ahora me doy cuenta que el paso por  Camboya (Kindom of Cambodia)  fue más importante de lo que pensé en ese instante. Ahí fue cuando realmente empezaba a improvizar y las cosas se empezaban a aclarar y fluir naturalmente.

Sin embargo el contexto social era bastante duro, mi paso por Phon Phen, en términos fotográficos fue nefasto. La verdad, que en cierta manera me enorgullesco que  haya sido de esa manera, era como mi forma de demostrar respeto a la dura realidad. Los recuerdos de la Guerra se reflejaban en las distintas mutilaciones de los hombres en las calles y la prostitución infantil, toma forma como un bizarro tipo de turismo que atraen a acaudalosos gringos. Todo esto determinó que en un momento me diera cuenta que caminaba mirando al suelo para no presenciar mi entorno.
Fotografía: Phon Phen, Cambodia.

Después del primer shock, me empecé a soltar y los tuk tuk driver se transformaron en mis mejores amigos. Una de las cosas que noté, es que a pesar de la pobreza de los habitantes, el porcentaje de la población que hablaba inglés era bastante alto. Dentro de mis teorías de por qué podía ocurrir esto, es porque el español es más solvente por sí solo que la lengua nativa de cambodia (Khmer). Por ende, saber cominucarse con turistas es la diferencia entre comer o no comer. Es interesante ver como las lenguas se van metiendo en las culturas d ela mano con la economía. A su vez sentí pena que hubiesemos perdido el Mapudungun en chile y otras lenguas nativas.
 Cada tuk tuk driver era una fuente de información, en un principio eran bastante hostigadores, ya que por donde vayas se te acecan preguntandote: wher you go!, lo que con el tiempos se transformó en el punta pie inicial de impredecibles conversaciones. Al mismo tiempo ha sido una pregunta que en un principio era evidente, pero de tanto que me la preguntaron me di cuenta que ni yo mismo tenía la respuesta. Esto gatilló el siguiente escrito, mientras hablaba conmigo mismo producto de tan reiterada pregunta:


"uuufff si me preguntai, yo te dirií que a Siberia. Mira no es tan dificil, se puede hacer en tren desde China...lo más barato es volar desde acá, ya que por tierra, hay muchos problemas en la frontera. Ya me pasó en el cruce desde Tailandia. Una vez en Beijing, hay trenes que puedes tomar..mmm...el transiberiano, esa cuestión es recara; Yo hablo de trenes locales, es la forma de viajar más barata..., ya que la gente los usa diariamente. Es verdad q son mas sucios y hay tramos que pueden durar hasta 50 horas entre un lugar y otro. Toma como un mes dar la vuelta hasta llegar a Siberia. Tal vez más porque hay que parar en distintas estaciones y esperar los trenes y conexiones. A mi no me importa perderme un rato por las planiciees de Mongolia entre pueblos nómades, con rituales de caza y música tan particular que me recuerda a mi querido mestre Exú Caveira, además que poder ver la reserva de tigres en el corazón de rusia es algo que no puedo dejar de pensar, es un sueño. Me contaron que el tema del idioma es complicao, porque entre rusos, mongoles y chinos no pasa ná con el inglés, sin embargo con unas frases locas estudiadas se puede hacer...para allá he querido ir desde que salí de Chile..." 5 de Julio del 2012.

Gracias a ellos no sólo había descubierto donde me dirigía, lo cual apesar de que siempre lo supe, me negaba a escucharme. Sabía que era una empresa dificil y la sola illusion de llegar allá incluso me asustaba. También descubrí otros escalofriantes aspectos de Cambodia, como por ejemplo que está la opción para los turistas de comprar una vaca y deleitarse disparándole con una bazuca y vivenciar su explosión. También descubrí lo fácil que era conseguir drogas. Un buen día, le jugué una humorada a un drug dealer y lo  convencí de que le compraría drogas si me dejaba manejar su motocicleta. En medio de la noche me monté en el móvil y me perdí por las calles, dejándola escondida entre unos matorrales cercano a mi hostal. Al día de hoy me pregunto si la habrá encontrado.

Mientras me perdía por las calles de la capital camboyana, un hallazgo impensado en esas latitudes incluso me robaron lágrimas de emoción. Conocí al Richard, un chileno radicado en Cambodia que se dedicaba a vender chacareros y completos.

Posiblemente uno de los motivos más fuertes que gatillaron mi vuelta a Chile, fue la marraqueta. Esta delicatessen, es una maravilla de nuestro país cuyo sabor crujiente y suave a la vez es irreplicable, lo cual tanto en Asia como NZ no se puede encontrar y sin duda su ausencia gatillaba estos escritos:


"Marraqueta de panaderia de barrio, con tomate y sal... junto con una fanta de botella de litro despues de la pichanga de futbol, sentado en la vereda tirando los mejores flatos en una calurosa tarde... eso echo de menos." 12 de junio 2012.



Con el Richard hablamos caleta. Era un porteño de los clásicos, terrible de vivo y patiperro, había llegado a Cambodia hace unos buenos años y estaba convencido de que el sandwich chileno era de talla mundial " si la plata está botada en todos lados, hay que ser vivo" me decía. En cierta manera Phon Phen es una ciudad cosmopolita, con influnecia francesa y muchos expatriados circulan por la ciudad. Mi porteño amigo me planteaba que sus "Chacas" eran tan buenos como cualquier plato francés y sin duda más sabrosos. Un ejemplo de emprendedor. En ese momento fue cuando me inspire en replicar su modelo en NZ, pero Yo lo haría en una Combi. El nombre de mi emprendimiento debía ser fácil de pronunciar para los trabados gringos monolinguisticos: Palta-Mayo, corto y preciso. Lamentablemente el negocio no prosperó, ya que mi vuelta por NZ fue más corta de lo esperado, sólo un par de días para recoger mis cosas y volver a Chile. Lo que no sabía es que Palta-Mayo se convertiría en el medio por el cual viajaría, vivivría o sobreviviría e incluso meditaría mientras viajara semanas más tarde por las bastas planicies de la olvidada Mongolia.

Así me despedía de una golpeada Camboya, con sabrosa comida tradicional, pero aveces muy exótica para mi gusto, del Meekong River y sus delfines de agua dulce, motonetas comunitarias, su brutal kickboxing, monjes, niños de calle y heridos de guerra que contrastan con las happy pizzas, happy shake o cualquier tipo de comida occidental para turistas con marihuana entre otros cuentos urbanos. Era momento de avanzar, y la milenaria China era el siguiente paso.



                                                                               Sólo me queda una pregunta ....where you go?







Notas y apuntes

Apuntes tomados a falta de computador

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